¿Puede un alimento mejorar los procesos de aprendizaje del cerebro? ¿Y mejorar la memoria? ¿Y estimular el crecimiento de las neuronas? Pues parece que sí y, una vez más, es el aceite de oliva el alimento que lo consigue. Así lo asegura un estudio llevado a cabo por el Instituto de Biología Celular y Neurobiología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Roma y publicado el pasado año en la Revista Nature.
Las sustancias responsables de estos beneficios para nuestro cerebro son, una vez más, los polifenoles. Esas sustancias naturales presentes en el aceite de oliva y tan beneficiosas en la protección frente a enfermedades como el cáncer pueden ayudar a mejorar nuestra función cognitiva.
El equipo investigador, con Marco Fiore al frente, demostró que los polifenoles presentes en el aceite de oliva aumentaban los niveles de proteínas (conocidas como neurotrofinas) NGF (Nerve Growth Factor) y BDNF (Brain Derived Neurotrophic Factor). Ambos desempeñan un papel clave en el desarrollo, el crecimiento y la supervivencia de las neuronas.
El experimento se llevó a cabo con ratones y se concluyó que los polifenoles aumentaban en ellos los niveles de NGF y BDNF en los tejidos cruciales de las áreas del cerebro responsables de los procesos de aprendizaje y memoria.
Los polifenoles son moléculas presentes en una muy amplia variedad de productos, como las uvas, el vino, el té, frutos rojos como los arándanos, el cacao y el chocolate. El efecto beneficioso de los polifenoles del aceite de oliva, en particular, ha sido durante mucho tiempo reconocida por las principales autoridades sanitarias de todos el mundo, que recomiendan una ingesta diaria de dos cucharadas de aceite de oliva al día para ayudar a prevenir la aparición de enfermedades cardiovasculares, procesos inflamatorios, así como contrarrestar el estrés oxidativo causado por los radicales libres.